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¿Tengo un ministerio bipolar?

La cultura latinoamericana es muy confusa. Abrimos el periódico o los portales de noticias y vemos cómo convivimos en la pobreza económica, académica y espiritual de muchas de nuestras gentes. Vemos cómo en algunos de nuestros países los niveles de analfabetismo y desnutrición son desbordantes, mezclados con alarmantes problemas de corrupción y criminalidad que afectan tanto a las vidas de las víctimas como de los criminales. Y para finalizar, observamos que la gran mayoría de la población vulnerable a estas problemáticas se encuentra en la franja de menos de 30 años. Sin embargo, instante seguido abrimos por inercia una nueva pestaña del navegador y hallamos miles de opciones para alimentarnos sin ningún límite de una cultura del entretenimiento y la diversión que nos pasa por encima. Sobre-estimulados con shows de youtube, programas y juegos de facebook, nos transformamos casi instantáneamente en protagonistas de un gran juego de la fortuna, la aventura y el placer. Ya no hay pobreza, ni corrupción, ni dolor. No hay nada. La bipolaridad nos ha alcanzado, estando descalzos criticamos los zapatos de las Pretty Little Liars. Queremos servir a la juventud, pero nos ahogan los sueños efímeros de grandeza.

Todo empieza generalmente con un: “Dios me dio una visión…”, “Me declararon una palabra…”, “Le creí al Señor y por fe estoy caminando…”. y continúa por un largo rato. Los líderes juveniles sabemos hablar sobre nuestro trabajo ministerial. Pero he notado algo llamativo en la forma en la que estas conversaciones terminan. Hemos usado al Señor como una excusa para nuestros propios deseos. En un momento hablamos del Señor y Su propósito y en el otro hablamos del señor al que le dieron la visión. Somos personas con mentalidades bifurcadas, divididas, bipolares.

En el lado del Dr. Jekyll convivimos con el día a día de los chicos a los que servimos. Conocemos sus problemáticas y la forma en la que Dios está llevando sus vidas. Estamos presentes antes sus indignaciones, sus quejas y su solicitud de cambio. Comemos, vivimos, lloramos, reímos, y compartimos junto con ellos. Planeamos actividades y nos esforzamos por que cada uno de ellos conozca y se parezca más a Jesús. Pero de repente y sin ningún aviso aparece Mr. Hyde y toma el control. Nuestro lado desconocido sabe que los chicos son el medio para algo más. En el mejor de los casos, los chicos y chicas son un escalón para alcanzar el “llamado” que Dios nos ha dado. Libros, Discos, Seminarios, Talk Shows, Eventos Multitudinarios, Fama, Fortuna, Reconocimiento. La cultura Pop nos ha enredado en su dicotomía y al final caemos en la trampa. Hemos construido un ¨Ministerio Bipolar¨.

El gran problema de este Ministerio Bipolar no es solo que exista sino que ¡es popular! Muchos somos conducidos por un estrategia consumista y derrochadora, nos vemos atraídos por la masas que nos aclaman como “enviados del Señor”  y las “bendiciones”  que le acompañan nos deslumbran. Somos como indios a los que los conquistadores timan con espejos. Impulsados por lo que vemos, leemos y escuchamos de los que fueron ungidos, nos obligamos a creer que la obra que el Señor nos ha dado debe ser tal como la que tiene quien aparece en la pantalla o mayor. Vivimos esperando nuestro cuarto de hora. Queremos la tormenta y los miles de espectadores en el lago para que puedan ver nuestra unción y se deslumbren con nuestro conocimiento bíblico a la hora de calmar la tempestad.

Pero esto tiene un precio. Empezamos a buscar ser los “Steve Jobs del ministerio juvenil”, los “Justin Bieber cristianos” y dejamos de perseguir el ser llamados a sufrir como “cristianos” a secas. Y muy probablemente en el momento en que el este proyecto comienza, la tendencia es que el ministerio pierda protagonismo y nos olvidemos de los Juanes, de los Pedros y de las Marías que están junto a nosotros. Gastamos tanto tiempo pensando en cómo ser el Moisés que abre el Mar Rojo que pasamos por alto a las ovejas de Madián.

En la Biblia encontramos que una comunidad de personas que siguen a Cristo debe reconocerse porque: se aman unos a otros, aman a aquellos que no conocen de las buenas noticias y aman sobre todas las cosas a aquel que ES la buena noticia. El Maestro no tuvo donde colocar su cabeza y el apóstol Pablo tejía carpas para sostener su labor con la comunidad de creyentes. Sabemos que ambos se encontraban en una posición privilegiada antes de iniciar su ministerio, pero decidieron hacer todo lo que estuviera a su alcance para servir. Daban mucho más de lo recibían, y se encargaron de evidenciar al Señor con muestras de amor y servicio a otros. ¡Qué gran muestra de humildad, servicio y devoción a la misión de Dios! Esta claro, sus ministerios no fueron bipolares ni tenían segundas intenciones. Tenían plan A y con este se jugaron toda su vida. Espero que pronto algunos de los que servimos a la juventud podamos considerar el valor de nuestro llamado, y vivamos con la responsabilidad que esto merece. Que sirvamos y amemos a los chicos y chicas quitando los intereses ocultos. Comprometiéndonos a amarlos, a amar a sus amigos y familiares no creyentes y al Señor, que con su propósito hace que nuestros planes sean garabatos, nos quita las mentes confundidas y nos llena de plenitud sin aspavientos.

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Author: yorchvivas

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