
Te invitamos a leer este escrito que nos comparte Líder Visión del autor Phillip Yance de su libro La Oración. Esperamos que te pueda ser de ayuda como recurso si estas preparando algún tema acerca de la confesión o la oración:
Los libros que aconsejan sobre la oración insisten en la confesión. Hay quienes llegan pronto a humillarse a sí mismos, sintiendo lo que un autor llamó «el deseo de poner mi personalidad a los pies de alguien, como un cachorrito deposita una pelota llena de baba». He conocido a personas como Marcos, que anhelan el bálsamo sanador de la gracia. Les hablo con deleite sobre las tiernas misericordias de Jesús, que no rechazaba a nadie; que abrazaba al hambriento, al sediento y al que sufre… en otras palabras, a los desesperados.
Para otros, y yo soy el primero de la fila, es un doloroso proceso el hecho de ser despojados de la ilusión, de permitir que la resplandeciente luz de la verdad de Dios nos revele quiénes somos en realidad. ¿Qué hace que la con- fesión sea tan necesaria?
Para tener una perspectiva, recuerdo lo que veía desde la cresta de la montaña cuando miraba hacia abajo y veía aquellas diminutas manchas tan distantes, y mucho más lo que sería ver el planeta Tierra desde el otro lado de Andrómeda. Empiezo con la confesión, no para sentirme desdichado, sino más bien para traer a la mente una realidad que a menudo paso por alto. Cuando reconozco dónde me encuentro con respecto a un Dios perfecto,esto restaura para mí el verdadero estado del universo. Sencillamente, la con- fesión establece las reglas básicas adecuadas de las criaturas con respecto a su Creador. El conocido pastor Haddon Robinson empieza casi todos sus sermo- nes con esta misma confesión muy breve: «Dios mío, si estas personas supieran de mí lo que tú sabes, no escucharían ni una sola palabra de lo que digo».
Además de ser buena teología, la confesión es buena sicología.* Al fin y al cabo, la oración es la moneda usada en una buena relación personal. Como muchos otros esposos, tuve que aprender en mi matrimonio que los problemas reprimidos no desaparecen. Lo que sucede es lo opuesto. Traía a colación una ofensa o algún malentendido de poca importancia que se produjo varias sema- nas o varios meses atrás, solo para descubrir que ya no era poco importante. En las relaciones personales, como en el cuerpo físico, una espina que se halla cerca de la piel puede salir por sí misma; en cambio, una infección interna enterrada profundamente y sin atención amenaza la salud e incluso la vida.
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