Resoluciones de año nuevo – Artículo

Ya esta por terminar el año 2013 y en este tiempo es común mirar hacia lo que se viene para el próximo año y pensar en nuevas metas para el 2014 en el ministerio y la vida personal. Te invitamos a leer este artículo que trata sobre el tema:

Para que nuestras resoluciones impacten, tiene que haber Otro impulsando los cambios que tanto anhelamos.
El año nuevo que está por comenzar viene colmado de buenos deseos por parte de amigos y parientes. Todos esperamos que sea mejor que el que pasó. Soñamos con un mejor país, una mejor empresa, una mejor congregación o una vida personal más saludable.

Para la gran mayoría el anhelo de un mejor año no avanza más allá de los deseos. Esperamos, contra esperanza, que alguien se ponga a trabajar para que la calidad de nuestras vidas mejore. Figuras religiosas y políticas expresan sus deseos de un año con menos conflictos, menos pobreza, mayor igualdad para todos. Tristemente, muchas veces no son más que palabras. Nada ocurrirá si no estamos dispuestos a echar mano y trabajar, a veces a brazo partido, para encontrar soluciones duraderas a los muchos y variados desafíos que enfrentan a la humanidad.

El lugar lógico para comenzar es en la vida de uno mismo. Nadie puede realmente ser agente de cambio si no se compromete con implementar, en su propia vida, las soluciones que pretende ofrecerle a los demás.

Es en este punto, sin embargo, que nos topamos con nuestro más tenaz oponente. ¿Cuántos nuevos años han pasado en el que hemos resuelto hacer más ejercicio, pasar más tiempo con la familia, comprometernos más con el ministerio o retomar otra vez los estudios? La mayoría de estas resoluciones han quedado en el olvido apenas dos o tres semanas después del eufórico recibimiento que le dimos al 1ro de enero.

La buena noticia es que el Señor está mucho más interesado en nuestra transformación que nosotros. Pero los cambios que él quiere traer a nuestras vidas pocas veces coinciden con los que nosotros anhelamos. Él tiene su ojo puesto en aquellos elementos que tienen una proyección eterna, y por eso trabaja en lo más profundo de nuestro corazón.

Un buen punto para comenzar el año podría ser el de confiarle a él este proceso de transformación que tanto anhelamos. En lugar de nuestras débiles resoluciones, ofrezcámonos nosotros mismos, en sacrificio vivo, a él. Ofrezcamos a él lo que somos, no lo que nos gustaría ser. Si le damos libertad para que trabaje de la manera que él quiera, en los asuntos que a él le interesan, comenzaremos a notar que los cambios que llegan a nuestra vida perduran más en el tiempo.

Fuente – Desarrollo Cristiano