
Esta es una excelente reflexión que nos comparte Felix Ortiz acerca de la iglesia y las tres dimensiones, pasado, presente y futuro que la forma. Esperamos que te sea de gran ayuda para reflexionar en el tema, mira un adelanto:
No existe una espiritualidad sin comunidad, ahora bien, los líderes debemos tener discernimiento para entender y liderar las tres dimensiones de la iglesia local: honrar el pasado, administrar el presente y preparar el futuro.
Una ilustración nacida de la experiencia familiar.
Durante unos años en mi casa convivimos tres generaciones, mi suegra, mis esposa y yo y mis hijos. Una representaba el pasado, nosotros el presente y nuestros hijos, sin lugar a dudas, el futuro. Convivir tres generaciones nos enseñó acerca del delicado equilibrio que se ha de mantener entre la realidad y las necesidades de cada generación para que todas sean satisfechas y no se produzcan situaciones de tensión innecesarias.
El reto más grande era para Sara, mi esposa, y para mí ya que debíamos honrar a nuestra madre, mientras vivíamos nuestra propia vida y preparábamos las condiciones que hicieran posible el futuro de nuestros hijos. Ese equilibrio no era nada fácil porque no podíamos desentendernos de nuestra madre, pero tampoco podíamos vivir en función de ella. Tampoco podíamos estar enfocados únicamente en nuestros hijos perdiendo de vista las necesidades de la generación anciana y, todo eso, mientras tratábamos de responder a nuestras propias necesidades y las exigencias que la vida cotidiana nos planteaba como matrimonio. Tuvimos que aprender a navegar en una realidad tridimensional, a aprender los retos y necesidades de cada dimensión y tratar de responder a cada una en su justa medida sin desatender las otras.
Esto nos enseñó que esta misma realidad se da en la iglesia local y es un reto que tenemos que entender y enfrentar todos aquellos que tenemos una posición de liderazgo en la misma. Tenemos que lidiar con un pasado, un presente y preparar un futuro. Fallar en cualquiera de estas tres dimensiones puede llevarnos a serios peligros que trataré de presentar en este artículo. Mi propuesta es que debemos honrar el pasado, administrar con sabiduría el presente y preparar con valentía el futuro.
Honrar el pasado, administrar el presente y preparar con valentía el futuro.
Honra tu pasado
No podemos vivir ignorando y no honrando nuestro pasado. Es preciso que entendamos la identidad de la cual procedemos. Aquellos, como es mi caso, que venimos de denominaciones históricas debemos de entender su manera de ser y cómo hemos recibido el evangelio a través de las mismas.
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